martes, 14 de febrero de 2012

Crónicas de San Valentín

En lo alto de un acantilado, alguien desdibujaba con la mirada el creciente océano.
En ambas manos portaba un papel arrugado y una vieja botella de cristal.
En la nota había tatuado a pleno su realidad con tinta imborrable.
Sintiéndose esclavo de sus emociones, clamó al viento para lograr su propósito.
Deslizó la carta hacia el interior del vidrio y lo hizo bailar con la brisa.
Temblando y retrocediendo lentamente, soñó con el rostro de su verdadero amor descubriendo claramente su corazón desnudo.
El frasco murió en aquel mismo atardecer. Jamás sintió el tacto del agua que debía envolverlo. Se precipitó contra las rocas del despeñadero hasta hacerse añicos.
Su creador nunca lo supo y pasó toda la vida alimentando una ilusión que jamás llegaría.
“No dejemos nuestro amor en manos del destino. Seamos dueños de nuestros propios corazones y tengamos la valentía de guardar nuestras historias de amor en las memorias de otros. Aprovechemos la capacidad innata de sentir y librémonos de la cobardía encerrada en botellas frágiles y vacías.”
(Escrito y creado por Juan Antonio Acedo Díaz)