miércoles, 11 de abril de 2012

Hechizo latente


He soñado despierto con la alondra. El pájaro dorado de los cielos. Su figura descendió en forma de luz intermitente sobre el manto de los bosques.

Me precipité  a seguir su lánguida señal. Era rápida como un parpadeo de labios y en ocasiones lenta, haciendo tributo al paulatino sosiego de las jóvenes puestas de sol.

Ascendí por la ladera de los sauces ilusorios hasta divisar el estanque recóndito y encapotado.

Ella estaba allí. Era el título de una fuente de hiedras.

Peinaba sus cabellos con tallos de cristal, frágiles y tibios. Nuestras miradas se derritieron al instante, hasta fundirse con nuestros borrosos matices.

Mi alma manejaba entonces mi contorno, con hilos de platino nacidos del celaje aromático.

“¿Has venido a buscarme?”

Se deslizó con suavidad hasta las aguas diáfanas y llamó mi atención con sonrisas sin voz.

El vaivén de las olas opacas me desprendió los ropajes hasta quedar mi silueta desnuda, tatuada con el brillo lunar y resplandeciente.

Cuando nuestros cuerpos impactaron, las flores bailaban ya con los céfiros hasta convertirse en húmedas candelas.

La cortina luminaria nos invadió e hizo cantar al silencio.

(Escrito y creado por Juan Antonio Acedo Díaz)