sábado, 31 de diciembre de 2011

Vientos místicos

Y cuando por fin, un 31 de Diciembre ella se asomó a la ventana de la vieja cabaña de su propia dicha, escuchó resonando en su interior las doce campanadas del sentimiento verdadero.
Bajo las corrientes nevadas del páramo, emergió una figura sombría y erguida. Avanzaba levitando en el terreno y se mantenía firme. Caminaba sin vacilación, impulsada por las corrientes venideras.
Ella permaneció gris y en silencio. Los latidos de su corazón resonaban como tambores de guerra mientras se aferraba a una única ilusión.
Apretó sus párpados con fuerza y agudizó el oído. El sonido de pasos se hundió en los abismos de la verdad.
Los vendavales helados tomaron ahora forma hasta convertirse en suaves punzadas de brisas cálidas nacidas de un sol de media noche.
Del cielo nocturno se precipitó con ahínco una voz paradisíaca. Resonó en el valle con la fuerza de un levante del sur.
 "La morada de mi alma se vino abajo cuando mis ojos impactaron en ti. Eres la pura esencia de mi propia vida, la viva imagen de la importancia de mi propio amor, el enigma de mi sueño secreto. Nos convertiremos en los amantes sin rostro ante las miradas ajenas"
(Escrito y creado por Juan Antonio Acedo Díaz)